jueves, 18 de julio de 2013

PEDALEO EN TIEMPOS DE PAZ

BICICLETA ACCIDENTE 
 
Articulo enviado a la redacción de la Comisión Mambí, Patria y Libertad, por un Hermano Maestro Masón.

Una vez más el régimen castrista echa mano a las bicicletas como supuesta solución a los crecientes problemas del transporte público. Éste fue uno de los aspectos fundamentales de las decisiones adoptadas durante la más reciente reunión del Consejo de Ministros, encabezada por el general-presidente Raúl Castro.

Según éste, ya se notan resultados como consecuencia de los cambios realizados. Las modestas reformas “sin pausa, pero sin prisa”, han permitido que la economía cubana se mueva “a un ritmo más rápido de lo que se imaginan quienes critican nuestra supuesta lentitud”, aseguró el actual jefe supremo.

Sin embargo, los reiterados incumplimientos en el traslado de pasajeros y los problemas de todo género en ese campo (a los cuales se refirió de manera pormenorizada el actual zar económico Marino Murillo Jorge), parecen desmentir las afirmaciones del General de Ejército referidas en el párrafo precedente.

Según el citado vicepresidente del gobierno, las dificultades incluyen el carácter “inestable, insuficiente y de baja calidad” del transporte de pasajeros en La Habana (la ciudad que es, con mucho, la que tiene un servicio menos malo). La información oficial también aludió al “deterioro del estado técnico de los equipos y la insuficiente gestión del Ministerio de Transporte y las direcciones provinciales para garantizar a tiempo el suministro de partes y piezas”.

Las palabras de Murillo sobre las sustracciones perpetradas en las empresas del Estado para beneficio de los dueños de vehículos particulares, constituyen un verdadero paradigma del eufemismo: “Los principales insumos para estas labores, tanto el combustible como las piezas de repuesto, son adquiridos en el mercado informal, cuya fuente principal es el sistema estatal”. Delicadísima forma de aludir a la corrupción imperante.

El mal estado de las vías, la carencia de condiciones adecuadas en las actuales paradas de ómnibus, así como el alumbrado público deficiente que impera en esos sitios, fueron otros aspectos también reconocidos por el jerarca económico del régimen.

Es ante esa situación calamitosa, que de nuevo, al igual que sucedió al inicio del tristemente célebre “Período Especial en Tiempos de Paz”, a comienzos de la década de los noventa, se recurre a los ciclos como hipotética solución para el desbarajuste del transporte público de pasajeros, que a derechas no existe en muchas ciudades del interior, en las que imperan los carros de tracción animal y los bicitaxis.

Así, pues, veremos de nuevo a masas de humildes cubanos, sudorosos y famélicos, obrando como verdaderos motores humanos para lograr llegar a sus respectivos destinos. Dadas las elevadas tasas de accidentalidad y la escasez de vías especiales para bicicletas, es de presumir que la reimplantación de esta medida provoque un aumento de los muertos y lesionados en ocasión del tránsito, cuyo número es alto de por sí.

En el caso específico de los varones, el constante pedaleo —que los urólogos desaconsejan de manera insistente— constituirá el preludio a la prostatitis e incluso a la disfunción eréctil. Sobre todo entre muchos jóvenes, una prematura impotencia será —pues— el nuevo regalo que les hará la gerontocracia castrista.

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