miércoles, 29 de enero de 2014

EL MAESTRO INTERNO


Articulo enviado a la redacción de la Comisión Mambí, Patria y Libertad, por un Hermano Maestro Masón.

Asumiendo por un momento que es dual la conciencia del hombre en su forma de expresión que hay evidencia de una conciencia más recóndita y profunda llamada ser interno distinta del ser externo de mente materializada y de material expresión externa encontraremos que en varias fuentes autorizadas con frecuencia se personaliza la conciencia interna a la que por lo general se designa como Maestro Interno.

Algunos han argüido que la creencia de que existe un alma en el hombre o una esencia espiritual de naturaleza intangible precedió a la creencia de la dualidad de conciencia de éste y que fue como una especie de explicación acerca del funcionamiento del alma en el hombre lo que dio lugar a que se desarrollara la idea de una personalidad secundaria o forma de conciencia como evidencia de que existe un alma en el hombre. En muchas de las creencias y doctrinas religiosas primitivas encontramos que se ha aceptado el alma del hombre como un hecho establecido. Algunas de las más antiguas religiones o ceremonias místicas trataron de dramatizar esta idea y darle énfasis.

Más tarde vamos hallando a medida que estas antiguas religiones paganas fueron gradualmente modificándose que la idea de que el alma se separaba del cuerpo para continuar su vida fue ganando terreno mientras que la idea de que el mismo cuerpo físico quedaría ocupado nuevamente por la misma alma fue descartándose poco a poco por no conceptuársele digna de consideración. No hay duda de que los sentimientos y emociones del hombre fueron un factor determinante en la evolución de estas doctrinas pues al contemplar su cuerpo envejecido gastado y de pobre apariencia indeseable para una vida continua le disgustó la idea de que el alma llegara a ocuparlo nuevamente en vez de tomar un cuerpo más atractivo nuevo viril y magnético.

Después vino la idea largamente acariciada por los antiguos filósofos y pensadores de que el hombre podría vivir otra vez en la Tierra completar su fama mundana y aún gozar de los frutos de sus proezas terrenales. La idea de la encarnación del alma en la tierra siempre había tenido la atracción de una fascinante posibilidad para aquellos cuyo raciocinio se basaba en que era insuficiente un sólo lapso de corta existencia terrestre para que el hombre consiguiera los deseos de su corazón o el desarrollo que le era necesario para cumplir con el propósito divino cuando le fue dada vida en la Tierra.

El cristianismo ha adoptado la creencia de que el estado futuro del hombre tiene lugar en un mundo espiritual enteramente y varias otras religiones tienen una idea muy similar. Los místicos de las escuelas originales de la religión se adhieren a la creencia de la encarnación aquí en la Tierra y mientras los detalles de esta doctrina varían en las diferentes religiones orientales se acepta quizá en forma más universal la idea de la encarnación terrestre en vez de aquella de una vida futura en un reino puramente espiritual trascendente y desconocido. En la religión rara vez se refieren al alma del hombre en los términos místicos.

Los términos Ser Interno, Ser Subconsciente, Ser Secundario o Maestro Interno no se usan en la religión cristiana ni en otras considerándose al alma como una forma de conciencia Divina completamente desligada de cualquier forma de conciencia mundana y de ninguna manera como fase secundaria o subjetiva de la conciencia humana. En otras palabras estas religiones consideran al hombre como dual pero solamente en el sentido de que tiene cuerpo y alma y no dual en su conciencia siendo el cuerpo una parte meramente transitoria sin importancia y no esencial en su verdadero ser. Pero hay doctrinas religiosas que sin ser esencialmente cristianas tampoco son hostiles a los fundamentos de la cristiandad y no miran la conciencia interna del hombre como una conciencia mística que sirve para dirigir su mente e iluminar su inteligencia en su sentido subconsciente.

De todos los movimientos religiosos del mundo entero el que se denomina Cuáqueros o dicho en otros términos Sociedad de Amigos es el que más se aproxima a la verdadera comprensión mística del ser interno y del funcionamiento que tiene en nuestra vida. La firme y esencial creencia de los Cuáqueros en la posibilidad de una comunión inmediata y casi continua entre Dios y el hombre es altamente significativa desde el punto de vista místico. Ellos sostienen que hay un entonamiento entre el ser externo y el interno y entre éste y Dios el cual constituye una condición que sobrepasa a todas las palabras y a todos los pensamientos mundanos. Consideran el funcionamiento de la conciencia interna como una especie de Luz Interior por la cual en forma definida todos los seres humanos pueden guiar su vida. Evitan todas las definiciones precisas y doctrinales de las otras denominaciones cristianas porque en ellos como en todos los místicos parece haber la tendencia de considerar al pie de la letra más a la materia que al espíritu de ésta. Por consiguiente ellos sostienen naturalmente que las experiencias divinas son más importantes que la mera comprensión intelectual de las doctrinas teológicas.

Se notará sin embargo que esta creencia de que hay una Luz Interna en cada hombre que realmente lo guía apoya la idea mística acerca del Maestro Interno o una personalidad secundaria que es Divina en su esencia omnipotente en su sabiduría e inmortal. Este ser interno en su funcionamiento como inspiración o voz que guía puede llamarse "consciencia" en algunas otras religiones pero nunca llega a ser para sus adeptos lo que es para los místicos especialmente para los Rosacruces. El propósito de la instrucción y práctica de los principios Rosacruces es darle mayor libertad a la expresión del ser interno y ejercitar al ser externo para dar mayor fe a lo que el ser interno inspira al mismo tiempo que se destruye el complejo general de superioridad que se ha formado gradualmente el ser externo con sus falsas creencias en la integridad y seguridad de las impresiones mundanas y del razonamiento mundano.

Es inexacto que la actitud perfecta que deba tomarse sea la de esclavizar el ser externo al interno considerando las dos formas de conciencia como si se tratara de maestro y esclavo. Quizá el término "Maestro Interno" será responsable por esta idea. El ser externo no debe ser esclavizado en ninguna ocasión por ningún poder ya sea de adentro o de fuera. Debería obligársele no obstante a que asuma su propia posición relativa que atañe a la dualidad de la conciencia y ser del hombre. En la niñez como en todas las fases normales del funcionamiento psicológico de la vida es el ser interno el factor que guía el poder director y el indisputable autócrata de la personalidad humana. Es en realidad la verdadera base de la personalidad e individualidad y mientras pensamos que el ser externo no debe ser esclavo del ser interno sí deberíamos considerar su posición como la de un sirviente que está feliz y deseoso de llevar a cabo los dictados del ser interno.

Es por medio de este ser interno y de sus seguros mensajes sus inspiradores impulsos y sus murmullos de aviso como nos capacitamos para guiar acertadamente nuestra vida haciéndole frente a sus problemas con un poder superior de conocimiento y desvaneciendo los obstáculos con soluciones infalibles para poder llegar con esa dirección correcta a la meta de nuestros anhelos. Además de esto el místico descubre que por medio del humilde y amistoso entonamiento del ser externo con el interno llega a hacerse posible la comunión inmediata con Dios la estrecha compañía con el Padre de todas las cosas y la comprensión de todos los principios Divinos. Para el místico por consiguiente el triángulo es verdaderamente el símbolo de la Gran Trinidad: Dios, el alma y el ser externo.

Cuando estos tres guardan un entonamiento perfecto viviendo en cooperación y comprensión completa el ser humano posee un poder, una guía, una fuente de información e instrucción para la consecución de la felicidad y el contento y una hegemonía y compañía muy superior a todos los métodos mundanos y la Paz Profunda.

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